Aunque el servicio de bodas no tiene por qué celebrarse en una sinagoga, por lo general sí lo es. Una parte muy necesaria del servicio es la jupá, el dosel bajo el cual se encuentran los novios.
La novia normalmente entrará durante el canto de un salmo. Los salmos tradicionales para una boda pueden ser Ma Yedidot (Salmo 84) o el algo menos gentil Hariu (Salmo 100).
Al finalizar el servicio, el novio pisará un vaso para romperlo. La razón de esta tradición es que se dice que desde la destrucción del templo de Salomón es imposible que haya dicha absoluta para un judío. Al romper el cristal, el novio aporta un momento de sobriedad al servicio, recordándonos los malos tiempos del pasado, pero también esperando el tiempo del Mesías, que nos devolverá a las alegrías de los tiempos del templo.
Después de la ceremonia, los novios firman el Kettubah y son llevados rápidamente a la fiesta.