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Recursos - La Torá como organismo vivo

En la concepción mística del universo, la Torá recibe su aliento de vida del Nombre Inefable de Dios. Por lo tanto, ver la Torá como algo que no sea un organismo vivo es percibir erróneamente la intención de la Creación de Dios. Además, si la Torá respira, también puede verse como corpórea. Así como la naturaleza unificada del hombre se divide entre los diversos órganos de su cuerpo, así la célula viva del Nombre de Dios, que es el tema principal de la revelación, crece hasta convertirse en la Torá terrenal. Los cabalistas ven vida orgánica en cada jota y tilde de los cinco libros de Moisés. Si se elimina una letra o un signo diacrítico, el cuerpo de la Torá puede sufrir un daño irreparable.

Por lo tanto, la Torá es vista como un cuerpo humano con cabeza, torso, corazón y boca, una representación corpórea que puede compararse con el clásico símbolo judío de la Torá, el Árbol de la Vida, que tiene raíz, tronco, ramas, hojas y corteza. Cualquiera que sea la imagen orgánica empleada, este enfoque permite a los cabalistas explicar las distinciones estilísticas de la Biblia, que es en parte narrativa, en parte ley y mandamiento, en parte poesía y en parte "listas". A pesar de las discrepancias, toda la Torá está recogida bajo la unidad mística del Inefable Nombre de Dios. Las apariencias literarias y narrativas externas de la Torá son vistas como prendas que visten y ocultan su significado místico interno. Como existen diferentes mundos de creación, la Torá se revela en diferentes formas en cada uno de esos mundos, comenzando con su manifestación primordial desde el Ein-Sof y terminando con el documento que es leído por la humanidad en la tierra. Así, para cada emanación hay una Torá separada -una Torá de "sabiduría", una Torá de "inteligencia", etcétera- que refleja la función particular de la estructura mística de la fase dada de la creación.

Con todas estas posibilidades, era natural que los místicos dedujeran el principio de que los libros de la Torá contienen infinitos significados, que podrían ser revelados en diferentes momentos y en diferentes niveles según la contemplación intelectual y espiritual del intérprete. Esto también queda claro en el pensamiento rabínico normativo. Desde las primeras interpretaciones ofrecidas por los Sabios, se consideró que la Torá poseía dos aspectos: una lectura literal y otra figurativa. Los rabinos talmúdicos percibieron esto a través del regalo de dos Torá (!) en el Monte Sinaí: la Torá escrita y la Torá oral. Los cabalistas amplían la lectura literal del texto hebreo al postular una lectura mística compuesta de los Nombres divinos de Dios. Además, los tipos de interpretación posible fueron multiplicados por los cabalistas que afirmaron: "De cada palabra y de cada letra brillan muchas luces". Esta visión se resume en la frase "la Torá tiene setenta caras". ¿Cuántas lecturas son posibles? Algunos cabalistas del siglo XVI sugieren la cifra de 600.000: ¡el número de israelitas que estaban presentes en el Monte Sinaí!