La Torá, vista como un documento vivo, invitaba a una multiplicidad de lecturas individuales. Estos se basaron en cuatro modos de interpretación: el literal (peshat); el alegórico (remez); el hermenéutico u homilético (derash); y lo místico (césped). Estas propiedades recibieron el acrónimo pardes ("jardín") por Moisés de León.
Este "jardín de la Torá" se percibía de la siguiente manera: el peshat o significado literal abarcaba no sólo el contenido histórico y fáctico de la Torá sino también la autorizada Ley Oral de la tradición rabínica. El remez o significado alegórico cubría el cuerpo de verdades filosóficas contenidas en la Torá. El significado derash u homilético representaba el camino del comentario ético y agádico. El significado sod o místico abarcaba todos los posibles comentarios cabalísticos que interpretaban las palabras de la Torá como referencias a acontecimientos en el mundo de las Sefirot ("emanaciones").
Sólo el estudio del césped reveló los símbolos místicos internos de la Torá y el funcionamiento oculto de la Divinidad. Los autores del Zohar estuvieron tan involucrados en estos procesos secretos que expresaron la escandalosa opinión de que si la Torá hubiera sido simplemente una serie de narraciones literales, ¡habrían podido componer un libro mejor! De hecho, hay un intento deliberado en el Zohar de derivar significados simbólicos de los versos más insignificantes, como el comentario sobre la lista de los reyes de Edom.
Si la Torá estaba compuesta de letras que eran manifestaciones de la luz divina, y si la Torá asumía diferentes formas textuales en los mundos celestial y terrestre, legítimamente se planteaba la pregunta: ¿Cuál era el destino de la Torá? La respuesta apuntó a una Torá cuyas letras recibirían nuevos significados espirituales. En tiempos mesiánicos, Dios revelará nuevas combinaciones de letras que producirían una narrativa diferente. Esta nueva Torá se anuncia en el comentario midráshico de Isaías 51:4: "Porque la Torá saldrá de Mí".
Una visión sorprendente de la prehistoria de Israel prefigura la poshistoria de Israel. Es decir, antes de la creación del mundo, la Torá fue escrita con fuego negro sobre fuego blanco. En el siglo XIII, se expresó la idea de que el fuego blanco constituía el verdadero texto de la Torá, mientras que el texto que aparecía en el fuego negro era la mística Ley Oral. Lo que se deduce es que la verdadera Ley Escrita se ha vuelto invisible a la percepción humana porque está oculta dentro del pergamino blanco del rollo de la Torá. Las letras negras de ese pergamino son simplemente un comentario sobre el texto oculto. ¡En tiempos mesiánicos esta "Torá blanca" será revelada!