El festival de las luces, Janucá, es sin duda el más estéticamente agradable de todos los festivales (no es que la apariencia lo sea todo). Con una duración de ocho días, Janucá conmemora la batalla de los macabeos contra los sirios, una lucha asombrosa contra un oponente más poderoso. Superados en número, los Macabeos se dirigieron a las colinas para librar una guerra de guerrillas que resultó en la retirada de los sirios. Cuando los Macabeos victoriosos llegaron al templo, lo encontraron saqueado, y la Luz Eterna, que debía arder continuamente en la sinagoga, sólo tenía suficiente aceite para un día. Pero el aceite duró ocho días hasta que se pudieron encontrar nuevos suministros, y para conmemorar este milagro encendemos velas todos los días durante el festival. El candelabro que utilizamos se llama Janukiá, a diferencia de la Menorá ya que tiene dos brazos más, nueve en total. 
Pero no se trata sólo de encender velas: Janucá se trata de lucha, opresión y libertad. Se trata de la lucha de las personas agraviadas, de la ayuda divina en un momento de necesidad. Es la esencia del modo de pensar judío. 
Janucá es una fiesta especialmente buena para los niños. Además de recibir Janucá gelt, que es un regalo monetario, pueden jugar con un dreidl, una peonza con cuatro lados marcados, cada uno de los cuales tiene relevancia para un juego de apuestas.