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Recursos - Zacarías

A Zacarías también se le llama Mesulam (Nehemías 8:4) porque fue perfecto en sus obras (Meguilá 23a).

Hageo, Zacarías y Malaquías profetizaron en el segundo año del reinado de Darío (Meguilá 15a).

Zacarías profetizó durante la era del Segundo Templo (Sanedrín 99a).


La sección de la Biblia en la que se incluye la profecía de Zacarías se conoce como Profetas Menores. No hay nada menor, nada sin importancia, nada no profundo en este libro de catorce capítulos, que derrama narrativas y visiones cuya complejidad y misterio rivalizan con cualquier sección de la colección bíblica.
Las primeras profecías de Zacarías, contemporáneo de Hageo, pueden ubicarse en el reinado de Darío (520-518 a. C.). Se delimitan claramente dos secciones del libro: los capítulos uno al ocho describen el regreso de Israel del exilio babilónico; Los capítulos nueve al catorce forman una narrativa escatológica. Siguiendo la tradición de Hageo, Zacarías solicita apoyo para la reconstrucción del Templo de Jerusalén. A diferencia de Hageo, evoca visiones fantásticas que aparecen y desaparecen ante el atónito lector.
Este es sólo el comienzo. Una visión del Sumo Sacerdote, Josué, que cambia vestiduras sucias por túnicas limpias, y Satanás, de pie acusador a su derecha, quien es reprendido por el Señor, resalta el tercer capítulo. Allí un ángel le promete a Josué que si los exiliados que regresan obedecen los dictados del Señor, serán recompensados ​​con “Mi siervo el Retoño” (Zacarías 3:8). Aparentemente esto es una referencia al reinado de Zorobabel, a quien se le ha confiado la reconstrucción del Templo.
Este complejo tejido recibe una lectura diferente cuando se lo extrae como Haftará para el sábado durante Hannukah. El motivo del referente festivo queda claro en el capítulo cuatro, donde Zacarías percibe un candelero de oro con siete lámparas, acompañado de dos olivos. Al tener la temeridad de preguntarle al ángel qué significaba esta visión, Zacarías es recompensado con lo siguiente: “Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, dice Jehová de los ejércitos” (Zacarías 4:6).
Hannukah es una cosa; jinetes, carros, cuatro vientos y oráculos, otro. Aunque los estudiosos cuestionan si los capítulos nueve al catorce pertenecen a la primera parte de la narración, puede haber cierta justificación para examinar estos “oráculos” como parte del todo. La redención de Babilonia es un período históricamente verificable en la historia de Israel. Menos verificable, pero igualmente prominente en la historia de Israel, es la creencia de que el Dios de nuestros antepasados ​​redimiría a su pueblo no sólo en este mundo sino también en el venidero. Ezequiel había puesto este tema en primer plano con su popular relato de la resurrección. Zacarías, cuyo “viaje fantástico” excede el de sus antecedentes literarios e históricos, acerca al lector al menos dos pasos más al mundo que el que conocemos.
Retorno, restauración, redención. A caballo o a pie, Zacarías “vio” todo.