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Recursos - Nadab y Abiú

Nadab y Abiú provocaron disturbios entre la congregación de Israel y el Santo, Bendito sea (Zohar 3:38b).

Moisés y Aarón iban por su camino, y Nadab y Abiú iban detrás de ellos. Nadab le dijo a Abiú: "¿Cuándo morirán estos dos ancianos, y tú y yo lideraremos la generación?" El Santo les dijo: "Veamos quién enterrará a quién" (Sanedrín 52a).

Los hijos de Aarón murieron por cuatro cosas: entrar al Lugar Santísimo; ofrecer un sacrificio que no se les había ordenado ofrecer; trayendo un fuego extraño; y no consultarse entre sí (Vaikrá Rabá 20:8).

Las muertes de Nadab y Abiú se registraron en algunos lugares de la Torá para enseñar que había tristeza en la presencia de Dios sobre ellos, porque eran amados por el Señor (Bamidbar Rabá 2:23). Después de la erección del desierto Tabernáculo, Aarón y sus hijos, Nadab y Abiú, fueron consagrados como sacerdotes (kohanim) de Israel. Moisés confió el servicio del sacrificio en sus manos. Desafortunadamente, en medio de la ceremonia de tan impresionante gozo religioso, Nadab y Abiú "cada uno tomó su brasero, puso incienso sobre él y trajo delante del Señor un fuego extraño que Él no había ordenado. Un fuego salió de delante del Señor y consumió ellos, y murieron" (Levítico 10:1-2).

Es una narrativa inquietante y confusa. Particularmente cuando Moisés calma a su desconsolado hermano con la explicación divina: "En los que están más cerca de mí seré santificado, y delante de todo el pueblo seré glorificado" (Levítico 10:3). El texto nos dice que Aarón "calló", pero lo más probable es que se quedara estupefacto. ¿Qué provocó la muerte de estos noviciados? Los comentaristas ofrecen numerosas posibilidades. Algunos toman el pasaje literalmente: es decir, Nadab y Abiú se equivocaron al llevar su propio incienso al Lugar Santísimo. Algunos sugieren que los dos hijos de Aarón, tan conmovidos por el esplendoroso fuego celestial que Dios había concedido anteriormente a las ofrendas israelitas, deseaban corresponder con una demostración de su propio amor a Dios. La ofrenda de incienso era su medio para expresar esta devoción ilimitada, pero eso no estaba de acuerdo con las escrituras.

El Midrash, tratando de apuntalar el texto desconcertante y la terrible dureza del castigo, sugiere que Nadab y Abiú eran letzim ("burladores") que estaban resentidos por la autoridad conferida a su padre por Moisés. De ahí la conspiración y las intrigas para socavar a la "generación mayor". Cualesquiera que sean sus motivos, no es una escena feliz en la historia de Israel. El obediente Aarón, que anteriormente había servido como kappora ("sacrificio expiatorio") del pueblo durante la construcción del Becerro de Oro, ahora debe humillarse nuevamente. Es un trago amargo, y con respecto al destino posterior de sus otros dos hijos, Eleazar e Itamar, se vuelve cada vez más difícil de tragar.